500.000 historiales médicos de voluntarios en el Reino Unido han permitido, a un grupo de investigadores del Instituto Berghofer de Queensland en Australia, determinar que los genes son los causantes de que nos guste más el sabor del café o del té. La clave, según se especifica en dicho estudio, está en nuestra percepción del sabor amargo.
En este sentido, el doctor que ha liderado la investigación, Shen Ong, manifiesta que: «Detectamos que las personas que identificaban el sabor amargo de la cafeína eran más propensas a preferir el café y beberlo más«. Sin embargo, la gente que era menos capaz de detectar el sabor amargo del café no le entusiasmaba tanto.
Estos resultados también podrían ayudar a entender el comportamiento de las personas con predisposición a beber grandes cantidades de alcohol o cafeína, así como su preferencia por un tipo de alimentos u otros. Según se ha informado desde el Instituto Berghofer, este estudio tendrá continuidad en el tiempo y el siguiente paso será determinar si los genes del sabor amargo tienen implicaciones a la hora de contraer determinadas enfermedades.
Con los resultados en la mano, está claro que yo soy del todo propenso a preferir el café. De hecho, voy a por mi segunda taza del día al lugar donde preparan el mejor café de Valencia o, lo que es lo mismo, a Coffee Corner.
